Cuentos sobre el instinto, la sexualidad y la libertad

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BAUBO, LA DIOSA DEL VIENTRE:
Cuando Persefone fue raptada por Hades, su madre Demeter -la gran diosa de la fertilidad- la buscó por cielo y tierra, en vano. Desgreñada, sucia y despechada, la gran diosa maldijo al mundo y ya nada volvió a renacer. Un día se le apareció una bailarina prodigiosa: no tenía cabeza, sus pezones eran sus ojos y su vulva era su boca. Empezó a contarle a Demeter chistes y bromas sexuales subidas de tono, hasta que la Diosa empezó a reír como loca. Finalmente salió de su furia y depresión y perdonó al mundo.
UNA EXCURSION A RUANDA:
El general Eisenhower iba a visitar a sus tropas en Africa y el gobernador preparó un recibimiento con las nativas al borde de la carretera. Las obligaron a vestirse pero ellas sólo se pusieron las faldas, quedando con los pechos al aire. No sabían qué hacer, pero la anciana de la tribu tranquilizó a los militares diciéndoles que las haría cubrirse. Así fue: cuando el jeep del general avanzó por el medio, una a una las mujeres se fueron levantando graciosamente la parte delantera de la holgada falda para taparse la cara con ella. Falda bajo la que nada llevaban.






Recuperando una Sexualidad Sagrada El calor de una mujer no es un estado de excitación sexual sino un estado de intensa consciencia sensorial que incluye, pero no se limita a, su sexualidad. Lo sagrado y lo sensual habitan muy cerca el uno del otro dentro del psique, pues ambos son traídos a la atención mediante un sentido de asombro, no intelectualizando sino experimentando algo a través de las vías físicas del cuerpo, algo que momentánea o eternamente —ya sea un beso, una visión, una carcajada o lo que sea— nos cambia, nos sacude, nos lleva a la cima, alisa nuestras líneas, nos da un paso de baile, un silbido, una verdadera explosión de vida. Cuando la risa ayuda sin causar daño, cuando la risa aligera, vuelve a alinear, vuelve a ordenar, reafirma el poder y la fuerza, ésta es la risa que genera salud. Cuando la risa hace a las personas sentirse felices por estar vivas, contentas de estar aquí, más conscientes del amor, intensificadas en el eros, cuando les quita la tristeza y las arranca del enojo, eso es sagrado. Cuando las vuelve más grandes, mejores, más generosas, más sensibles, eso es sagrado.

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